Esta es una historia de amistad vivida desde la más profunda soledad. Porque solo allí, tan lejos de casa, fui capaz de entender la importancia de tener amigos de verdad.
Al Taj Mahal, por abrirme los ojos.
A Ramón, por seguir ahí a pesar de todo.
La terapia de viajar
¿Alguna vez has tenido la necesidad brutal de escapar?
No me refiero a esos momentos puntuales después de una pelea con tu pareja o con tu jefe. Me refiero a esa que se aloja en tu estómago y llega hasta tu pecho impidiéndote casi respirar.
Yo la he tenido, la tuve. En ese momento lo único que lograba calmarme era imaginar el recorrido de mi próximo viaje.
Cuando tengas esa sensación que te quema por dentro y te ahoga por momentos no esperes tanto como hice yo. Huye rápido, aunque solo sea un fin de semana. Aunque solo sean un par de horas corriendo o paseando por algún lugar que no te recuerde a nada ni a nadie.
Así fue mi escapada…
De Turquía a la India
No puedo explicarte los motivos que me hicieron llegar a esa situación: excesivo trabajo, demasiada exigencia personal, una amiga que se convirtió sin planearlo en otra cosa -en algo imposible-, no lo sé. Solo sé que tenía que huir antes de que todo se hundiera a mi alrededor.
Ramón, tú no tuviste la culpa, solo fuiste la gota que yo mismo propicié para que el vaso terminara de llenarse.
Estaba decidido, mi viaje comenzaría en Turquía. Después Irán, Afganistán, Pakistán y la India. El Taj Mahal era el mejor final que podía imaginar para mi pequeña aventura.
¡Qué narices! Llevaba 5 años trabajando duro, me merecía esas vacaciones.
Esta vez iría solo…
Llorando sangre por un amigo
Ankara fue mi primer destino. Allí estaba yo, junto a una muñeca que lloraba sangre clamando justicia. Justo después de nuestra absurda discusión. Aquel no fue un buen día, pero sí fue el comienzo de algo.
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Ramón, ¿cómo empezó nuestra pelea?
No logro acordarme…
Desde la frontera
Tampoco recuerdo ya qué frontera cruzaba o en qué desierto me encontraba. Durante el trayecto las imágenes y pensamientos iban y venían. Las sensaciones eran contradictorias.
Por un lado, la ilusión de haber llegado hasta allí. Haber sido capaz de tomar la decisión y ejecutarla. Tener la oportunidad de estar lejos de casa.
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Por otro lado, una inmensa soledad. Horas de espera en cada frontera. Infinidad de check points para identificarme. Viajar escoltado…
Era curioso pensar como a cada paso comprobaban mi identidad cuando en aquellos días ni yo mismo sabía muy bien quién era o en quién me había convertido.
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Lo que aprendí del Taj Mahal
Solo al final del viaje, al contemplar al fondo el Taj Mahal, descubrí lo que había venido a buscar.
Era una sensación que se había ido cocinando a lo largo de aquellas semanas. A fuego lento. Sin que apenas me diera cuenta.
De repente descubrí que hacía días que el estómago no me dolía. A pesar de los cambios de hora y del agua sin filtrar dejó de quejarse. A pesar de una alimentación bien especiada ya nada me ardía por dentro. Ahora era capaz de respirar profundamente.
¿Qué había cambiado?
No tengo una respuesta clara.
En una región tan corrupta. En un país donde el símbolo de la mayor opulencia se toca con el desamparo y la inmundicia más absoluta. Allí, junto al símbolo del amor puro y absoluto por encima de razas, religiones y culturas, me pregunté:
El mundo en el que vivimos…
¿Cómo pueden convivir en poco más de una hectárea la pureza y la mayor riqueza con la basura, la contaminación y la profunda pobreza?
Entonces comprendí que no era posible entender el mundo en el que vivimos hoy en día.
Pero no sentí angustia o impotencia.
Me sentí afortunado.
Me sentí satisfecho.
Me sentí feliz.
Yo no era un indiferente más. Estaba aportando mi pequeña acción para transformar la sociedad y el planeta.
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Gracias, Green Forest, por ayudarme a ser la persona que siempre quise.
Después, cogí el teléfono y llamé mi mejor amigo.
¿Lo recuerdas, Ramón…?
¿Te gustaría viajar con Green Forest?
En este artículo Isaac nos ha contado su viaje Green Forest. Llévanos en tu próxima escapada y cuéntanos tu historia.
Con ella redactaremos un artículo como este. Queremos que tú también formes parte del cambio.
Es muy sencillo:
- Envíanos algunas fotos de tu viaje vestido con una prenda Green Forest
- Cuéntanos dónde te encuentras y qué destinos has recorrido
- Añade algunos comentarios de tus sensaciones
Si estás interesado, déjanos aquí tu comentario y responderemos a todas tus dudas.
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¿Te apuntas al cambio?
